"... os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado." (Juan 16:7-11) El convencimiento del Espíritu Santo opera en tres aspectos con relación al pecador: * El pecado, ya que normalmente la persona común piensa que el hecho de no cometer los pecados más acentuados, tales como robar, matar, adulterar o hacer mal al semejante, es suficiente para estar bien con Dios. El Espíritu Santo actúa en su corazón mostrando que eso es bueno, pero no es suficiente para su salvación. Él desenmascara y reprueba la incredulidad y el pecado, para despertar la conciencia de la culpa y de la necesidad del perdón y el arrepentimiento. * La justicia, ya que el Espíritu Santo convence
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